El Tibet y el Lama
Por Jorge E. González Ayala
Una de las causas “políticamente correctas” que han abrigado en las últimas décadas las malas conciencias del primer mundo y los séquitos del new age, es la defensa del Tibet y su Dalai Lama. Ahora que arrecian las protestas contra la China comunista por la proximidad de los juegos olímpicos cabe señalar algunas cosas sobre el budismo y el Dalai Lama. Efectivamente, el pueblo tibetano vive bajo el yugo de una dictadura extranjera, salvaje e inhumana. Pero saben una cosa, los Lamas eran iguales o peores. Sostenían una dictadura teocrática, con en demérito de esa perversa característica de subyugar a una población en nombre de creencias religiosas. Así, cada monje Lama era considerado con el valor de su peso en oro, mientras al resto de la población le tocaba trabajar y obedecer. Los Lamas vivían a todísima madre en sus monasterios, orando, rezando, y obviamente sin trabajar. No hay que ser marxista para adivinar de dónde provenía la fuerza de trabajo para mantener a estos vividores, similares a todos los demás de otras jerarquías religiosas del mundo. No admito que tantos supuestos “progresistas” toleren y justifiquen como correcta una plutocracia como la de los Lamas y critiquen a la iglesia católica. Son iguales. Los Lamas mantuvieron durante siglos un régimen feudal en el Tibet. Como toda teocracia que se respete, incluía castigos físicos y penas de muerte, sin mucha diferencia con los Talibanes, por ejemplo.
No había elecciones, los monjes mandaban en nombre del budismo y punto. Ni crean que las mujeres tenían los mismos derechos que los hombres. De hecho el propio Dalai Lama ha declarado que no hay nada de incorrecto en acudir a los servicios de una prostituta siempre y cuando no pague un tercero los servicios. Eso si, como buena teocracia, el sexo oral, anal y la masturbación, son considerados incorrectos. La doble moral de siempre.
El Dalai Lama es un farsante, como todos los líderes religiosos. Un hombre dedicado a las relaciones públicas y al redituable negocio de lavar las culpas espirituales de los ricos, de los necesitados de una fe ligera y que se acomode a sus banas necesidades en las que todo se puede comprar, incluyendo espiritualidad y sabiduría. No es el mismo el budismo que practica Richard Gere que el que obligan a practicar a un pobre en una dictadura budista como la de Sri Lanka. De hecho los Lamas también se han encargado de perseguir ferozmente a los seguidores de una secta budista tibetiana, seguidores de Dorge Shugden, que el Dalai prohibió, con muertos y toda la cosa. Además que el muy pacifista Dalai, apoyó el derecho de Pakistán y la India a construir armas termonucleares y recibió donativos de la secta de la Suprema Verdad, que realizó un ataque terrorista en Tokio con gas sarin y recibió personalmente a su líder, Shoko Asahara. Por cierto, para desgracia de Richard Gere, Steven Seagal, se mochó con un donativo suficiente para que el Lama lo declarara Turku o lama reencarnado. ¡Salúd! Por cierto todo esto está documentado por el periodista y campeón de los políticamente incorrectos, Christopher Hitchens, en su libro God is not good.
Nadie que se diga defensor de los derechos humanos o de la democracia puede apoyar a un estado teocrático en dónde las personas quedan a merced de una clase política resguardada en sus interpretaciones de la fe. El Tibet tiene tanto derecho a ser libre de China como de la teocracia criminal del Dalai Lama.
¡Liberen al Tibet y que chingue a su madre el Dalai Lama!
Posdata: Otro crimen de este señor es ser responsable del retiro musical de Leonard Cohen y de la ñoñez actual de los Beastie Boys, sólo por eso lo deberían de colgar de los huevos.
DI NO A LOS LAMAS