Tuesday, January 06, 2004

Revistas del corazón
La gran fábula nacional
Por Jorge E. González Ayala

Las revistas del corazón se han convertido en todo un fenómeno y extraordinario negocio, pululan en puestos de periódicos, locales cerrados, oficinas, baños, recámaras y ahí donde uno menos se pueda imaginar, aparece la portada con el retrato sonriente de personas que generalmente no tienen otro mérito que el de tener mucho dinero. Durante años revistas extranjeras como Hola! tuvieron excelente acogida entre las damas de alta y mediana sociedad que disfrutaban leyendo y comentando morbosamente las desavenencias de la rancia aristocracia europea. Lady Di, los escándalos de las princesas de Mónaco y las actividades de los Borbón, fueron tema de conversación exclusivo de copetonas señoras en los cafés de Polanco, Pedregal y San Ángel, el periodismo de sociales nacional se limitaba a las aburridísimas crónicas de fin de semana de los periódicos que no importaban más que a los aludidos quienes generalmente contrataban el espacio para dejar constancia de sus bodas, graduaciones, quince años y fiestas. Un país joven como México que gracias a sus revoluciones obligó a su oligarquía no sólo a renovarse sino a mezclarse, parecía lejano a contar con abolengos dignos de una publicación. Ahora resulta que no sólo hay una, sino varias publicaciones y hasta libros fotográficos que dan constancia y crónica de la vida de nuestros ricos. ¿Quién lo hubiera pensado? Porque un análisis de mínimo rigor y superficial sobre quiénes son los protagonistas de estas publicaciones y de dónde provienen sus fortunas revelaría que nuestros ricos y famosos tienen una idea de si mismos extremadamente autocomplaciente.
Las revistas del corazón no dejan de ser parte del lenguaje que mejor domina el poder, la ficción. Si, así nos dijeron que nos preparáramos para la abundancia, o para el primer mundo, ahora anuncia cuántos mexicanos han salido de la pobreza y al desempleado se la llama emprendedor, la realidad bien la conocemos, ellos viven en una encantadora fábula. Pero los protagonistas de la prensa de sociales sufren de una mitomanía crónica, creyéndose su discurso para verse al espejo y preguntar quién es el más bonito. O ¿en serio Ernesto Zedillo Jr. realmente se creerá lo del soltero más cotizado de México con ese rostro abotagado y cachetón como de Paco Stanley versión Ibiza? Todo el atractivo que pueda tener el carismático muchacho que se distinguió durante el sexenio de su padre por los escándalos en discotecas y el inborrable numerito en el concierto de U2, es por el dinero y poder que acumuló durante su carrera política su sombrío papito, el presidente que contaba chistes malos. Eso también habla de una sociedad donde el poder y estatus son la panacea de su escala de valores, lo dijeron los protagonistas del último Big Brother, para qué saber el nombre del padre de la patria si lo importante es saber hacer dinero. Ya hablaba de ello Octavio Paz en el Laberinto de la Soledad, el mexicano admira al chingón, y quién es el chingón sino aquel que se chinga a los demás, y quienes nos han chingado más que la clase política y empresarial. Puede ser que a eso se deba el éxito de las revistas del corazón, masoquista y wanna be el mexicano se admira de la vida que llevan aquellos que lo vejan. Porque más allá de enterarse en la portada de la revista Quién cuál es la pareja en turno de Rebeca de Alba, por qué genera tanto interés en miles de consumidores, las bodas, viajes y hasta baby shawers de nuestros pudientes.

Este fenómeno le ha dado también fuente de entretenimiento a los maliciosos y malintencionados que gustan de criticarlo todo, y qué cosa más divertida que criticar a los que detentan el poder, quienes perdidos de vanidad abren las puertas de su vida íntima para que nos regocijemos en su cursilería, estupidez o llanamente naquez, ahí está el caso de Marta Sahagún como punta de iceberg que ahora reprocha a los medios su intromisión. Poniéndole la suficiente malicia a la lectura, estas revistas y libelos son fuente inagotable de morbo y mala leche. Porque si de algo sirvió el libro Ricas y Famosas de Daniela Rossell fue para constatar que en México todos somos igualmente nacos, el mal gusto nos ha democratizado. Mal gusto y ostentación son la marca de nuestros ricos, ahora nadie podrá ver por encima del hombro a nadie. Los palacios de Durazo, las chamarras de Ocelote de los Hank González, la Colina del Perro, la casa inteligente de Zedillo, son sólo ejemplitos de las joyas que han tenido a bien contribuir a la Ciudad de los Palacios y a la Patria.

Igualmente sólo hace falta ser un poquito mal pensado para esbozar una sonrisa al preguntarse de dónde sacó tanta belleza Paulina Díaz Ordáz si su abuelo era de hecho famoso por feo, o Cecilia Salinas Ocelli, y la respuesta llega a la mente rápido; desde el maquillaje que utilizaba Don Porfirio para blanquearse y borrar los rastros de su origen zapoteca, la genética juega un lugar importante en un país tan profundamente racista como el nuestro, por ello las mujeres han sido desde siempre el juguete favorito del dinero y el poder, capaz de comprar genes a nuestros políticos y empresarios. En países como Argentina no se ha dado mezcla de sus oligarcas con otros estratos sociales, por ello ese odio exacerbado a la figura de Eva Perón, en cambio en México la Revolución obligó a las familias porfirianas caídas en desgracia a ofrendar a sus hijas a los generales triunfantes (imagínenselos cual Fierro de película de Pedro Armendáriz) para mantener sus privilegios a costa de su abolengo, así surgió la familia revolucionaria, de la mezcla de viejos ricos porfirianos y los nuevos surgidos de la Revolución, mecanismo que prosperó a lo largo del presidencialismo que nos otorgó nuevos ricos cada sexenio a la sombra de la corrupción y las transas del poder. Pero ojo feministas, cual Mataharis, ellas han jugado papeles determinantes en la intrincada lucha por el poder y el dinero, olvídense de Martita Sahagún, es la misma mujer la que hizo abuelo a Díaz Ordaz que la que intentó con una identificación falsa mover los millones de dólares de Raúl Salinas en Suiza. Sorprendente y encantador, casi de novela.
Plebeyos jugando a la nobleza, las revistas de sociales son el escaparate indispensable en un país donde las apariencias son todo, así Jorge Emilio González no es el líder de un partido familiar lucrando con nuestros impuestos, vendiéndose al mejor postor, no, para la revista Eres, es el guapo de la política. Cuando vemos las fotografías de las alumnas más prendidas del Regina y el Miraflores, en realidad vemos a las futuras candidatas plurinominales del Partido Verde. La imagen trastoca los significados, Jorge Kawaghi es un distinguido joven y no el prepotente individuo golpeador de meseros. Porque esa es otra marca de los protagonistas de la alta sociedad, su impunidad; hasta que el guarura de Lucero amenazó con un arma a la prensa se discutió la falta de control sobre las escoltas, porque de haber sido la amenaza o golpiza a un mortal como usted, o como yo, nadie hubiera dicho nada.

Pero en este espejo de feria de pueblo, capaz de deformar a Zedillo Jr. en el soltero más cotizado de México, hay una falla que pone en evidencia la farsa, el negrito en el arroz. La adoptiva hija del jefe del ejecutivo, protagonista de primer orden en todas estas publicaciones del corazón, sea por ingenuidad o auténtica valentía, Ana Cristina Fox ha tomado decididamente el papel de hija del presidente muy al estilo de los Beverly de los Pinos, ahí tenemos a la chica provinciana en la cúspide, fotografiada a lado de todos los arredimes oportunistas que no le dirigirían la palabra de no ser la hija del presidente. El patito feo se ha convertido en Cisne. Si, Ana Cristina, que repartía tarjetas que la presentaban como hija del presidente electo antes de que su papá tomará posesión, con sus bolsas piratas y su apariencia lejana a las barbis ultranacas, nietas de la Revolución que retrató Daniela Rossell, es ahora la Blanca Nieves del cuento nacional, con todo y madrastra malvada. Los hijos de los presidentes, tradicionalmente odiosos juniors, pedantes aficionados a la prepotencia y los desmanes, ahora son sustituidos por la pobre niña rica de la página de sociales, que le hace rabietas a la primera dama que acongojada llora por el desprecio de la hija consentida del presidente. Cómo no solidarizarse y simpatizar con esta damita, única persona capaz de poner en su lugar a nuestra Eva Perón de petatiux y de restregarle en la cara su racismo atragantado a los asiduos de las discotecas de lujo.
Así pues, el rey camina desnudo sin que nadie se atreva a decírselo, la reina pregunta de nuevo al espejo mágico quién es la más bonita, Blanca Nieves se pasea en el bosque de Chapultepec rodeada de sapos vestidos de príncipes, la corte de los animales se viste de frac haciendo de la Fábula de la Transición el sueño de los paparazzis y el hazmerreír de los que observan la realidad, al otro lado del cuento nacional.

opiniones: jega10@yahoo.com

No comments: